TARDES DE CINE: SUPERSONIC MAN Y MUERTE A 33 R.P.M.
Ayer por la tarde el sr. Ignarciso y yo resucitamos la vieja costumbre de reunirnos a ver películas de las que nos marcaron años ha, es decir, cine de acoso y derribo. Así pues, tuvo lugar la proyección de Supersonic Man y Muerte a 33 rpm, las cuales tuve durante muchos años en vhs y me alegré de volver a visionar tales productos.
Ante todo decir que estos dos títulos en concreto ya han sido analizados en profundidad y mucho mejor de lo que yo podría osar en la página de nuestro amigo y vecino Viru, a la cual les recomiendo que se dirijan si quieren indagar en el asunto, pues yo sólo me dedicaré a reseñar un poco sentimentalmente un par de detalles sobre estas películas, pues ayudaron en gran medida a ser el personaje que hoy soy. Cosas de los renglones torcidos de mi generación.
Uno de los gurús del cutrecine patrio, Juan Simón Piquer (a este tío le debemos Slugs!), tuvo la idea de hacer un filme de superhéroes cual si Richard Donner fuera, por ello creó un superhéroe que vuela, es veloz, superfuerte, resistente a las balas, dispara por los dedos y hasta puede convertir las pistolas en plátanos. Una pena que la atmósfera terrestre irrita los sobacos de Cronos (que así se llama nuestro héroe, bajo la identidad secreta de Paul ¿no te aucerdas de Paul?) forzándole a llevar siempre los brazos cuanto más abiertos mejor.
Por supuesto, Cronos venía de una civilización mucho más inocente que la nuestra y le bautizaron como Supersonic Man, ¿adivinan qué es lo único que puede hacerle daño? pues sí, los ultrasonidos, ¿cómo iban a pensar que los terrestres íbamos a ser tan cabrones como para atacarle donde realmente le duele? Menos mal que a Superman nunca se llamó Kryptonita Man o Tormenta, Claustrofobia Woman porque la habríamos liado.
A destacar una banda sonora hortera a más no poder de brillante factura (recuperada recientemente gracias a Viru) editada por discos RCA, prometo patearme todas las gasolineras hasta encontrar alguna copia. Y ojo al robot sin rodillas super mortífero, canela en rama.
Continuamos la sesión doble con otro clásico: Muerte a 33 rpm. Una de mis obras preferidas del cine con temática rockera, y si encima es ochentera y con adolescentes pues ya es la leche en vinagre.
Un servidor con 12 años y más era un Ragman de la vida, sólo que sin Leslie y sin tanta marginación, menos mal; pero sí que había sentido la llamada de Chicos del Rock de Barón Rojo y había encontrado mi camino como guerrero del apocalipsis, vale, mi madre no me compró la guitarra a escondidas ni de coña, pero la llamada estaba ahí, y yo la había escuchado (ahora pegaría un sólo de guitarra de aire a lo Bill & Ted).
Resumiendo: Ragman tiene como ídolo, héroe y la única persona que le comprende a Sammi Curr, estrella del metal (una suerte de Blackie Lawless) que muere en un incendio. El espíritu maligno de Sammi resucita por culpa de un disco que le ha regalado a Ragman su amigo disc-jockey (Gene Simmons) y que debe pinchar a medianoche en Halloween, ya se pueden imaginar.
Como buena película ochentera cumple con sus clásicos elementos: institutos con taquillas, mullets, nerds, pijos, mucho rock, fugaces desnudos, efectos cutres...destacando la genial banda sonora de Fastway (Eddie 'Fast' Clarke, de Motörhead + Pete Way, de UFO) y una cachonda aparición de Ozzy Osbourne como un reverendo anti-rock. Y no se pierdan diálogos made in Bendis como:
- ¿Qué pantalones llevas?
- Unos vaqueros.
- ¡Como tú!
Genial película, se lo promete un amigo.
Amenazamos con invadir de nuevo mi salón espero que en breve, pues hay mucha joya por recuperar y la colección del colega Ignarciso da gusto. Atentos al artículo sobre Kung Fu y los 7 vampiros de oro que está preparando que estoy deseando debatir; todo tuyo Ignarciso, el guante está echado.
Ante todo decir que estos dos títulos en concreto ya han sido analizados en profundidad y mucho mejor de lo que yo podría osar en la página de nuestro amigo y vecino Viru, a la cual les recomiendo que se dirijan si quieren indagar en el asunto, pues yo sólo me dedicaré a reseñar un poco sentimentalmente un par de detalles sobre estas películas, pues ayudaron en gran medida a ser el personaje que hoy soy. Cosas de los renglones torcidos de mi generación.
Uno de los gurús del cutrecine patrio, Juan Simón Piquer (a este tío le debemos Slugs!), tuvo la idea de hacer un filme de superhéroes cual si Richard Donner fuera, por ello creó un superhéroe que vuela, es veloz, superfuerte, resistente a las balas, dispara por los dedos y hasta puede convertir las pistolas en plátanos. Una pena que la atmósfera terrestre irrita los sobacos de Cronos (que así se llama nuestro héroe, bajo la identidad secreta de Paul ¿no te aucerdas de Paul?) forzándole a llevar siempre los brazos cuanto más abiertos mejor.
Por supuesto, Cronos venía de una civilización mucho más inocente que la nuestra y le bautizaron como Supersonic Man, ¿adivinan qué es lo único que puede hacerle daño? pues sí, los ultrasonidos, ¿cómo iban a pensar que los terrestres íbamos a ser tan cabrones como para atacarle donde realmente le duele? Menos mal que a Superman nunca se llamó Kryptonita Man o Tormenta, Claustrofobia Woman porque la habríamos liado.
A destacar una banda sonora hortera a más no poder de brillante factura (recuperada recientemente gracias a Viru) editada por discos RCA, prometo patearme todas las gasolineras hasta encontrar alguna copia. Y ojo al robot sin rodillas super mortífero, canela en rama.
Continuamos la sesión doble con otro clásico: Muerte a 33 rpm. Una de mis obras preferidas del cine con temática rockera, y si encima es ochentera y con adolescentes pues ya es la leche en vinagre.
Un servidor con 12 años y más era un Ragman de la vida, sólo que sin Leslie y sin tanta marginación, menos mal; pero sí que había sentido la llamada de Chicos del Rock de Barón Rojo y había encontrado mi camino como guerrero del apocalipsis, vale, mi madre no me compró la guitarra a escondidas ni de coña, pero la llamada estaba ahí, y yo la había escuchado (ahora pegaría un sólo de guitarra de aire a lo Bill & Ted).
Resumiendo: Ragman tiene como ídolo, héroe y la única persona que le comprende a Sammi Curr, estrella del metal (una suerte de Blackie Lawless) que muere en un incendio. El espíritu maligno de Sammi resucita por culpa de un disco que le ha regalado a Ragman su amigo disc-jockey (Gene Simmons) y que debe pinchar a medianoche en Halloween, ya se pueden imaginar.
Como buena película ochentera cumple con sus clásicos elementos: institutos con taquillas, mullets, nerds, pijos, mucho rock, fugaces desnudos, efectos cutres...destacando la genial banda sonora de Fastway (Eddie 'Fast' Clarke, de Motörhead + Pete Way, de UFO) y una cachonda aparición de Ozzy Osbourne como un reverendo anti-rock. Y no se pierdan diálogos made in Bendis como:
- ¿Qué pantalones llevas?
- Unos vaqueros.
- ¡Como tú!
Genial película, se lo promete un amigo.
Amenazamos con invadir de nuevo mi salón espero que en breve, pues hay mucha joya por recuperar y la colección del colega Ignarciso da gusto. Atentos al artículo sobre Kung Fu y los 7 vampiros de oro que está preparando que estoy deseando debatir; todo tuyo Ignarciso, el guante está echado.
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