DE DIOSES Y ZOMBIES
Por lo que he visto estaba la burrosfera algo agitada por el día del libro, día que a mí me ha pillado este año un poco lejos, de hecho ayer se celebró el soso y sobrio (bueno, sobrio es un decir) St. George británico que ni se celebra ni nada. Aunque lo de los días conmemorativos siempre me parece un poco chorra la verdad es que tengo la costumbre de comprarme algún libro en tal día como ayer más que nada por aprovechar la rebaja y ayer a pesar de las circunstancias volví a ser fiel y me auto-regalé Cosecha Roja de Dashiell Hammett en inglés, of course.
Y bueno, pues llevaba ya tiempo queriendo hablar de un libro (como aquel otro) que me leí en enero así que aprovecho que el día del libro está aún fresco y ya tengo el post solucionado.
Y esta novela es American Gods, de Neil Gaiman. Autor muchas veces idolatrado y otras tantas defenestrado, no me atrevería yo a coronarlo como ídolo en tanto que parece que el despeinado Neil se dedica a vivir de Sandman y el resto de su trayectoria es, cuanto menos, irregular, pero soy consciente de que no me he leído cosas como Stardust o Mirrormask y así ensalzarlo o criticarlo, aún así la verdad es que disfruto bastante con los buenos comics de Gaiman y ya estaba interesado en hacerme con la novela y darle una oportunidad.
Y dicho y hecho, la novela me enganchó pronto y al poco tiempo ya me la había ventilado. Gaiman crea una historia en plan road movie bastante bien narrada y con la presencia de un enorme y exaustivo panteón de dioses, lo suficiente como para sobreadornar una idea tan simple como la de que uno de los dioses, Mr. Wednesday (me la leí en inglés, así que me imagino que será Mr. Miércoles, ya me lo confirmaréis) elige a Shadow, ex-presidiario recientemente viudo y solo en el mundo para ayudarle en la batalla que se avecina entre los viejos dioses (el propio Wednesday, que al poco tiempo ya se adivina quien es, y miles de variopintas mitologías) contra los nuevos dioses, frutos del nuevo mundo.
Por suerte, Gaiman es bueno y la trama se va desenvolviendo a medida que transcurre la particular road movie de Shadow que por supuesto tiene el propósito de hacer que Shadow aprenda y se desarrolle como personaje no sólo en cuanto a los conflictos de dioses (que no es para nada una batalla de Troya ni mucho menos) sino respecto a sí mismo, con sus sorprendentes revelaciones.
Hay algo de Sandman en American Gods, e incluso me recuerda también en ocasiones a Shade, el Hombre Cambiante (se nota la escuela británica) amen de multitud de referencias más Gaimanescas al que se le nota en su ambiente en este tipo de historias fantásticas. Yo me quedo con la personalidad triste y errante (con mucha bondad también) de Shadow, su historia de amor, igualmente triste y después de la muerte con Laura, su difunta esposa; algunos diálogos muy conseguidos y con esporádicos toques de humor y la presencia a veces grand-guignolesca de varios dioses. Novela que me imagino que gustará más a los fieles de Gaiman pero que yo recomiendo de todas maneras.
Por otro lado, ayer también tuve la posibilidad de alquilar La Tierra de los Muertos Vivientes, película que cierra (al menos de momento) el ciclo de George Romero y que debido a mi viaje nunca pude ver en los cines, cosa que lamenté.
Como fan acérrimo de las movidas zombis, más en concreto de la obra de Romero, estaba esperando como agua de mayo su visionado, tanto que he estado todo este tiempo huyendo de toda crítica y reseña sobre la película, alejándome de mis blogs habituales. Ayer, por fin, pude darme mi sesión de zombis.
Quedé contento, bastante, pero es que a pesar de que a Romero no se le puede medir con la misma vara que a otros directores (sean adinerados Hollywoodienses o gafapastosos independientes) pues me cuesta tragarme que la que parecía ser su obra más ambiciosa se quede en escasa hora y media. Culpa mía, lo sé, y eso que no voy a citar ni comparar las anteriores tres películas (aunque por lo que leí, el guión partía de una de las ideas desechadas para El Día de los Muertos), cosa que ni falta que hace, pero en fín, ahí queda una saga, aunque Romero huya de ese tipo de cosas, que ha perdurado por motivos propios.
El problema que le veo es que parece que Romero ha perdido algo de fuelle (vale, ya se que ya no es ningún chaval): la crítica siempre característica en sus películas ahora es un mero mcguffin anti Bush, hay poca angustia y terror ya que los protagonistas son siempre conscientes de llevar un armamento que te cagas consiguiendo que en vez de tener el carisma de grupo protagonista sean más parecidos al ejército salvador del final de La Noche... (mierda, al final lo he hecho!) pero claro, es que los verdaderos protagonistas son los zombis, queda reafirmado con esta entrega que los zombis romerianos son los mejores de la historia del cine/zine (y magnífico el trabajo de Greg Nicotero, de sobresaliente para arriba). No se yo si las actuaciones, en general, son tan grises delibradamente porque quitando el momento de Dennis Hopper (actor que siempre he defendido mucho) con la pistola y poco más, el protagonismo cae siempre en los zombis, y ahí aparece el siempre genial Tom Savini en su cameo, e incluso Simon Pegg y Edgar Wright, responsables de la que para mí es la mejor película de zombies de los últimos tiempos (Shaun of the Dead, por si quedan dudas). Particularmente hay momentos en la película que me encantan, como el ciudadano que observa como se vienen encima miles de zombies con un sentencioso "estamos jodidos" y por supuesto las escenas de masacre, dignas del maestro, pero también me gustaría destacar lo genial que me pareció ver a un cazador de zombies llamado Manolete, "como el torero", que pena que no se aprovechara tanto.
Quizás también hacía falta un protagonista negro, que en las películas de Romero siempre son los preferidos del público y con razón, yo si fuera protagonista de una película de George le hago caso al negro en todo lo que dice, pues es bueno para la posterior supervivencia, de hecho en la película que nos atañe el líder zombie es negro y así les va.
Y cierro el mastodóntico post haciendo referencia a Asia Argento, que en la película es más sosa que un puñado de cereales all-bran (una pena conociendo el legado que lleva en su sangre y que sin duda Romero quiso explotar) pero que este humilde servidor siempre ha tenido en su corazón un hueco para esta bella moza desde que la conocí en Trauma (de lo mejorcito de los últimos coletazos del giallo italiano en los 90) con su virginal bellezas, aunque de a un tiempo en esta parte parece que quiere quitarse lo de virginal. En fin, cierro el kiosko con una imágen de la bella Asia.
ACTUALIZACIÓN: Que no sirva de precedente pero casualmente, surfeando por los blogs habituales, Spaulding en su excelente blog viaja hasta las profundidades de Asia (o al menos cuanto le dejan) y de camino, encuentro en sus comments esto. De nada.
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