EL TESTAMENTO DEL TÍO WILL

Como es bien sabido entre los aficionados al género, el gran Will Eisner nos dejó el 3 de enero de este año quedando huérfano así el mundo de la viñeta y privado de uno de sus máximos gurús. Por supuesto, por muy maestro que fuera, que lo fue y es, 95 añitos (uno arriba, uno abajo) no dan para mucho más más aún cuando murió casi con el lápiz en la mano.

Claro que para nuestro deleite personal y la pervivencia de su memoria, tenemos su extensa obra, estupenda toda ella (que le vamos a hace, Eisner era un dios) reinventando el lenguaje del comic en sus primeras obras (véase The Spirit) y escribiendo bellísimas historias ya ancianete (véase Contrato con Dios). Pero tanto amor y dedicación por los comics no podía quedar sólo en una colección de obras, no señor, Eisner tenía entre ceja y ceja el dignificar este arte (que reclama por derecho propio ser el noveno, y lo es) e intentar que su mensaje calara en todos aquellos que gustaban del comic, se trata de educar tanto al experto como al profano, de aconsejar al principante y al veterano, de mostrar todo el alcance del contenido de una sóla página y deconstruir su lirismo, su gramática y su arquitectura.

Con el conciso y nada pretencioso título de El comic y el arte secuencial, Eisner compila todo esto y mucho más, toda una biblia para el lector y una reafirmación del comic como arte. Recomendarlo es flaco favor, pues la obra habla por sí sola; junto a su obra, el mejor testamento que nos pudo dejar el viejo Will, tanto dentro como fuera de la viñeta.