Nemedjäh

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martes, julio 05, 2005

MUNCHKINEANDO A TOPE

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Prólogo - Un poco de historia:

Los juegos de cartas son una arcana tradición con unas raices muy profundas en nuestra cultura, tanto que tenemos una propia baraja española (aunque las hiciera un señor francés, creo yo); así, mientras que el poker, bridge y black jack nos resultan tan exóticos, es en estos días cuando se celebran en las entrañas de este país auténticas olimpiadas de mus, julepe, cinquillo (estos son los reyes indiscutibles) incluyendo las generaciones infantiles con el reloj y el mentiroso; y por otro lado los jóvenes disfurtan de juegos propios con nombres transgresores (como ellos mismos) como son el culo y el hijoputa, que por cierto este último lo vende Mattel con el americano y, por tanto, más exótico nombre de Rummy y no tiene ni bastos ni copas ni leches en vinagre.

Entonces sucedió que algún lumbreras extranjero vio que los juegos de rol podían adaptarse al formato naipe y explotarlo entre los mismos jóvenes que llenaban las arcas de las copisterías gracias a esos tochos de rol que se compraba uno o entre varios y se conservaba como oro en paño. Había que exprimir a esos chavales, sí señor, y el lumbreras creó el MAGIC. Y sonrió.
Y viendo que a los frikis les gustaba más y más (y gastaban más y más aún), creó expansiones, estableció cartas únicas, raras, infrecuentes, etc. y en fin, contar la historia del Magic sería explayarse mucho y ya sabemos todos como empezó esa vorágine que arruinó los bolsillos y la vida sexual de los chavales y como ese filón fue explotado por demás lumbreras de segunda.

Así otra nueva hornada de lumbreras creó los juegos de cartas "no coleccionables" y el magicadicto recuperado (como, lo confieso, un servidor, aunque brevemente) encontró su metadona perfecta en estos juegos con la premisa de que por un módico precio podías obtener infinidad de partidas distintas y además, ojo a esto, en igualdad de condiciones. Sí, todos me decían que el Magic era un juego de estrategia y que eso es lo que cuenta pero eso no explicaba como los niños más ricos que yo me pegaban tan soberanas palizas con sus cartas bien plastificadas, su mogollón de mazos de reserva, cartas raras y toda la ostia.

A todo esto, gracias a un colega que siempre está a la última en cuanto a este tipo de novedades se refiere, nos enganchó a estos juegos sin remediarlo. Primero fue con el Ciudadelas, que aún perdura y que monopolizó mi cumpleaños en ese descubrimiento tan mágico. Estrategia pura y dura consistente en enriquecerte y putear al prójimo, tan entretenido que aún no hemos sentido impulsos asesinos ni ha habido grandes peleas (hemos tenido partidas de Monopoly en las cuales podríamos haber teñido de sangre el tablero).

Ahora sí, el MUNCHKIN:

Resulta que el último descubrimiento ha sido este juego de aspecto cachondo y nombre de criatura fantástica que viene a ser la versión humorística definitiva (y no esa película de Jeremy Irons) de D&D aunque dentro de unos parámetros.
Aquí es la ley de la selva, el objetivo es ir subiendo niveles como sea hasta ganar la partida, vale todo. Para ello tienes que adentrarte en el dungeon, cargarte al monstruo de turno (desde una simple planta en un tiesto hasta un dragón de plutonio de nivel 20), esperar que tus compañeros (en este juego no hay amigos) no te puteen demasiado, saquear tesoros, conseguir equipo y prepararte para putear a tu vecino. Todo esto pasándoselo divinamente.

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Y es que esto es droga dura, las sesiones cada vez son más maratonianas y la competitividad aumenta, y esto me preocupa, pues sin yo proponérmelo resulta que estoy ganando muchas partidas, tal vez demasiadas (hoy he ganado las 3 partidas que hemos echado incluso cuando ni yo me lo imaginaba), lo que me coloca en el enemigo a batir.

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Encima deciden sacar una expansión (Munchkin 2), y gracias a que tenemos en nuestro selecto círculo a un colega que, como Tsuneo, de Doraemon; si alguien se compra esto él lo compra más grande, y se ha hecho con el Munchkin 2. Y nosotros lo queremos más por ello.

Así pues el Munchkin ha sido llamado a ocupar el puesto de juego del verano, honor que comparte con sus primos mayores como el monopoly, Cruzada Estelar y el D&D de mesa.
Yo se lo recomiendo pero bajo su propia responsabilidad, de nada.

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