Nemedjäh

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lunes, agosto 08, 2005

ALLÁ TÚ VERSUS SUPERMARKET

Hace unos días, estaba de visita en uno de los blogs a los que soy asiduo (el de Patch, para más señas, muy recomendable y lo pueden encontrar a su izquierda) y en el que por una serie de motivos, salió a la luz ese programa de Tele5, presentado por el ubicuo Jesús Vázquez, llamado Allá tú.
Nunca lo he visto entero, ni he hecho el mínimo esfuerzo, por supuesto; sólo he llegado a ver la parte final (tampoco entera) donde el finalista aparece entre dos listas de cantidades de dinero y alguna que otra chorrada más, dicho finalista elige a uno de sus compañeros (que aprovechan la mínima para chocarse las manos, abrazarse y vaya usted a saber qué más), Manoli de Fuenlabrada, por ejemplo, para que abra su caja y le diga si ha perdido los 2.000 mortadelos de la lista de la derecha o el chicle boomer de la izquierda, con la consecuente alegría o desconsuelo según el caso.
Queda dicho que a mi el programa no me dice nada pero, por curiosidad, ¿alguién sabe de qué va?¿cuál es el mecanismo?¿cómo puñetas funciona esa parte final del concurso que, por muchas veces que lo vea (cuando me coincide), sigo sin entender nada? Queridas masas teleadictas: comenten, por favor.

Ahora bien, leyendo dicho blog me acordé de un concurso del que me hize fiel espectador años ha, y no es otro que esa horterada, plebeya y cutresalchichera, llamada Supermarket conducida por el garrulísimo Enrique Simón que, oigan, me caía la mar de simpático el pollo. Mira que años más tarde le dio por hacer una serie malísima (es Antena 3,¿qué se esperaban?) y que tenía más chorradas que un mueble-bar, pero me caía bien.
Para refrescar un poco la memoria, el programa estaba diseñado para satisfacer la fantasía infantil de poder correr con el carrito en un supermercado y hacer el cafre, aunque sea en menor medida; esto ya diría algo del estado psicológico de los concursantes, pero estoy divagando...
Basicamente se trataba de distintas pruebas donde había que correr por los pasillos y llenar el carro de ciertos productos antes que los demás contrincantes, así como otras pruebas en las que había que llenar los carros a saco y, en fín, quien no haya conocido el programa ya se hace una idea más o menos.
Me hacía gracia la prueba final, donde tenías que buscar el mega-fajo de billetes detrás de una lata de fabada o de un paquete de galletas saladas que estaba en el rincón más recóndito de la estantería, así como que nunca entendí porque los concursantes atiborraban los carros de jamones cocidos Campofrío pudiendo arrasar con toda la sección de productos exóticos como el caviar o similares, que vaya que si cabían en el carro.

No pude encontrar ninguna foto del concurso, lástima :-(

Por ello, y como aquí siempre nos han gustado esas cosas, no estaría de más recuperar el formato de concurso hortera de los de antaño (a mi madre le mosqueaba que viera este concurso tan religiosamente) no por revival ni chorradas, sino que hoy en día los concursos son insulsos e insípidos, sin gracia alguna y con 2 o 3 presentadores salidos de fábrica que van rulando de programa en programa; para muestra: otra vez nos atacan con el 50x15, aunque le cambien miles de veces de sobrenombre. Un poco de originalidad, por favor.

Y no, el Grand Prix no vale.

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